EGO

Mi foto
Licenciado en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Estudios Superiores "Acatlán" (2003-2007). Profesor de la materia de Historia del Mariachi (2014) de la Escuela de Mariachi Ollin Yoliztli en Garibaldi. Maestro en Historiografía por la Facultad de Historia de la Universidad Michoacana San Nicolás de Hidalgo (2017-2019). Inscrito al Doctorado Interinstitucional de Arte y Cultura (DIAC), Campus León. Becario Conacyt (2021-2025)

19 mar 2011

La presencia de la Casa de Moneda en el Festejo del Primer Centenario de la Independencia en 1910.

El sinnúmero de eventos que se realizaron para el festejo del primer Centenario de la Independencia fueron de gran algarabía, algunos fastuosos y también solemnes. Ninguna organización que se dijera mexicana quería quedar fuera de esta memorable fecha.
Una de las Instituciones mayormente reconocidas en el mundo, es nuestra Casa de Moneda, sus prestigiadas acuñaciones desde los “carolos”, monedas de plata con la imagen de Carlos III y los columnarios, habían dado ya varias vueltas al mundo. Y en este evento de importancia nacional no se iban a quedar atrás.
Así que para octubre de 1908 se hace la sugerencia de dos proyectos; uno, el de acuñar monedas conmemorativas, a lo cual la Secretaría de Hacienda no apoya. Y el otro es la acuñación de una medalla conmemorativa alusiva a este primer Centenario, que para la citada Secretaría fue viable. Así que la Casa de Moneda lanzó una convocatoria con fecha del 19 de noviembre de 1908, a todos los artistas y grabadores para la realización de la presea conmemorativa que debería de cubrir los siguientes requisitos:
Anverso y reverso con imágenes alusivas al gran evento de la Independencia, así como tomar en cuenta que estas mismas imágenes deberían estar en un espacio de cincuenta milímetros, en consecuencia el prototipo debería de ser de 30 centímetros. Además de un plazo de entrega para “presentar los modelos en bronce, así como las fotografías reducidas de ellos, vencería el 30 de junio de 1909”  y dirigidos los proyectos al director de la Casa de Moneda de esta capital,…
…bien empacados en cajas de madera, cerradas y con una contraseña de la caja en la tapa, además de la indicación de que son objetos para el concurso, y se acompañaran con una cubierta lacrada y sellada que tendrá la misma contraseña de la caja y contendrá en su interior el nombre del autor de los modelos”[1].
Por supuesto la respuesta no se hizo esperar –aunque no se distinguió por su abundante participación pues se recibieron, según la prensa ocho proyectos pero la Comisión en los documentos cita “se eliminaron doce de los que quedaban. No habiendo tenido tiempo para discutir sobre los seis restantes”,  resultándonos dieciocho solamente de esta parte mencionada, pero al parecer hubo más, los ocho que mencionó la prensa fueron los finalistas. Algunos escultores y grabadores atendiendo a la convocatoria se aplicaron a la realización de un trabajo digno de la envergadura del evento.
Firmas del jurado del evento.
Cuando se dio a conocer los integrantes del Jurado calificador, –los señores Luis S. Campa, que fue nombrado Presidente de esta Comisión; Charles Naylor y Guillermo Pastrana secretario–, se dio la polémica sobre éstos. Se aludía a que estos personajes conocían a algunos de los participantes y eso podría influir en su decisión al evaluar trabajos.

A lo que el Comité no tuvo la necesidad de rasgarse las vestiduras, ya que el modo de dar a conocer esta situación, por parte de los denunciantes fue por el anonimato y aunque hubo dos intentos, el segundo firmado por “dos concursantes”, se hizo caso omiso de esto.

Presea de premio o Medalla de encargo.
El comité organizador, evaluando la situación, calculó en un principio los personajes que recibirían la medalla como un obsequio (empleados de alto rango, jefes de dependencias e incluso representantes extranjeros) y también de forma meritoria (como premio de algún evento). Pero estás preseas también podían estar al alcance de la población en general y se les puso un precio un tanto razonable a cualquier estrato social. Tomando en cuenta que fue un trabajo en metal, se aprovechó la utilidad de los tres metales más llamativos y de los cuales ya se habían hecho amonedación: el oro (que en un principio costaría ochenta pesos y que posteriormente, el comité organizador reconoció que no recuperaría lo invertido, sobre todo cuando se percató de que había que regalar muchas medallitas, subió el precio a ciento cincuenta pesos), la de plata –costó dos cincuenta y después tres pesos- y la de bronce con un valor de un peso, posteriormente un peso con cincuenta centavos.
Existió para este festejo una Junta organizadora en cada estado y ésta a su vez designaría las comisiones por cada cabecera municipal para dicho evento. De esta manera emanó la demanda de las medallas. Todo aquel que deseara tener una, se tendría que poner en contacto con dichas comisiones.
Como no hay plazo que no se cumpla, el día 8 de enero de 1910 se publicó en los periódicos el nombre del ganador. El Imparcial nos dice que el ganador de dicho concurso fue el Sr. Arquitecto  Manuel Centurión, con su obra distinguida por la frase “Por la Gloria de mi Patria”, se adjudicó el premio de dos mil pesos y los recibiría de las manos del mismísimo presidente de la República el 30 de septiembre del festejado año. Hemos de recordar que para 1910 se tendrían que llevar a cabo elecciones para presidente, así que no era nada seguro qué presidente entregaría el premio.
La descripción de los motivos que aparecieron en la Medalla, según su creador son:
Representa el busto de Don Miguel Hidalgo y Costilla; á la derecha de éste, la República conservando en una mano la palma de la Paz, mientras que con la otra abraza con filial cariño al venerable anciano su padre y libertador, colocándole á la vez una guirnalda de flores que es tomada del otro extremo, por el águila, símbolo de la patria, ofreciendo con esto ambas un testimonio de gratitud al que en un día rompió las cadenas de la esclavitud.
A la izquierda, la Historia, desnuda como la verdad, se muestra como tal apacible y serena en actitud de atención se dispone á grabar con caracteres imperecederos los hechos heroicos de nuestro libertador.
En la parte superior está el genio de la Fama que corona con los laureles de la Victoria las sienes del insigne anciano, llevando en la mano la sonora trompeta que caracteriza su nombre, por la cual hace saber al mundo entero los gloriosos hechos de nuestra emancipación. Descansa éste grupo á la sombra de un encino, símbolo de la fuerza, de la robuztes (sic), demostrando con esto las bases sólidas y bien constituidas con que está formada nuestra República y su paz.
El reverso: Representa el primer pasaje después del grito que dio Don Miguel Hidalgo en la Iglesia del pueblo de Dolores, la que se destaca en el fondo; el Señor Hidalgo arengando con bríos y valor al pueblo armado de picas, lanzas y hachones encendidos, el que sólo se puede percibir escasamente por no ser aún disipadas las sombras de la noche.
En conclusión, la idea del anverso es el Centenario y el reverso la iniciación de nuestra Independencia.[2]

Firma de Manuel Centurión, ganador del evento.
Para noviembre y diciembre de 1910 aún la Comisión estuvo esforzándose por cobrar todas las medallas expedidas a la república. Existe un comunicado dirigido a los gobernadores de los estados de Durango, Veracruz, Morelos, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Tlaxcala, Hidalgo, México, Guerrero y Chiapas para que por medio de estos se pudieran cobrar las medallas. Los representantes de cada junta local alegaron que como las preseas no llenaron las expectativas de los que las encargaron no las recibirían, además de que habían llegado muy tarde –hasta noviembre–, y como ellos las querían lucir el día de la fiesta, pues ya no tenía mucho caso, claro ya no iba a haber otros festejos del Centenario en diciembre, como fue el caso de Departamento de Tonalá, del poblado de Mapastepec, Chiapas[3], y solucionado por el mismísimo Ramón Rabasa con su misiva desde Tuxtla Gutiérrez siendo esto el 4 de febrero de 1911.
Se consiguió recaudar por concepto de Medallas la cantidad de 5498.50 pesos pero aún había en existencia 3116 medallas de los tres metales.
Hubo que solucionar este excedente de medallas, resultado de una ineficiencia del correo para repartirlas, además no las iban a fundir, ni regresarlas a la Casa de Moneda, deberían de buscar la estrategia de colocarlas. Para el 2 de marzo de 1911 se propone y recomienda por parte de la secretaría de Gobernación “que dichas medallas sobrantes se acepten en comisión en alguna ó algunas casas honorables de comercio”.[4] Se deciden por dar a concesión a dos joyerías muy afamadas de este entonces, “La Esmeralda” y “La Perla”, con la debida instrucción señalando el precio. El 8 de marzo se envían 1918 medallas de plata y 1123 de bronce, posteriormente se les enviarían 75 de oro a los señores Hauser Zivy y Cía., para que ellos a través de su Casa Comercial o joyería –lo  referimos así, ya que los documentos no nos especifican si son dueños de “La Esmeralda” o “La Perla”  o de ambas–, colocarían las medallas sobrantes.  Tal vez ya algo tarde, y como se darían al precio que se había llegado después de su ajuste, no sabemos a ciencia cierta si de verdad las habrán colocado.

  
La revuelta social convocada por Madero en su Plan de San Luis empezaba a hacer efervescencia, para traer en mayo en el Tratado de Cd. Juárez la renuncia de Porfirio Díaz.[5]
Aunque para la celebración del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución se imprimieron billetes y se acuñaron monedas de cinco pesos alusivas al festejo y casi en vísperas de las fiestas se lanzó una moneda con los tres metales, no hubo una medalla conmemorativa que fuera especial, de metal precioso y se le diera un valor diferente al circulante común. Tal vez se temió el que no se vendiera toda la emisión designada como en aquel señalado año de 1910, donde aparte de una celebración nacional, hubo un censo poblacional, la visita del cometa Halley y unas elecciones que serían el detonante de un movimiento social, del que hoy también celebramos su Centenario.
  


[1] Archivo General de la Nación (posteriormente AGN), Proyecto de Convocatoria en Documentos de la Comisión para festejos del Centenario de la Independencia de 1910, Caja 1, Carpeta: Concurso para medalla de la Independencia.
[2] AGN, Loc. Cit., Fotografías de las Medallas conmemorativas. La ortografía es la de la carta original de Don Manuel Centurión escrita a máquina.
[3] AGN, Loc. Cit., Minuta N° 565 con fecha febrero 8, 1911
[4] AGN, Loc. Cit., Minuta N° 6071 con fecha marzo 2, 1911.
[5] Historia General de México, El Colegio de México, tomo2, México, 1981, p.1080.