El Universal, jueves 4 de agosto de 1955/ primera sección, pág. 4
Nuestro Cinema
Por EL DUENDE FILMO
Hay ocasiones, cuando se trata de una mala película, que para atraeré al público se recurre a la mentira en los anuncios o se tuerce en ellos toda la verdad, en un alarde publicitario que a veces da resultado, pues el bueno de Don Juan Público se deja engañar, pero no hay razón para esa práctica si la película es buena y tiene méritos bastantes para atraer al espectador. Tenemos, por ejemplo, que para anunciar "Semilla de Maldad” presentada el martes por un sólo día en al Roble, se explota en los anuncios el ángulo morboso de la sexualidad que apenas justifica uno de los incidentes de la película y tal parece que el eje de la historia es: “La indiscreta maestra provocó a los alumnos de una escuela donde la juventud daba rienda suelta a sus malévolos instintos. Allí peligran las jóvenes maestras y reina la violencia. Lo que ocurrió, no le podrá usted olvidar fácilmente", según dicen les anuncios.
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En esa frase se dice la verdad a medias en cuanto a que la juventud del plantel de enseñanza secundaria en donde se desarrolla la mayor parte de la acción da rienda suelta a sus malévolos instintos, y más que la violencia, allí reina la indisciplina. Pero solamente hay un muchacho que ataca a una maestra, porque la ve sujetarse las medias con los tirantes de la faja, sin que ella haya tenida intenciones de provocarlo. Más bien, ella trata de seducir a uno de los maestros, pero sin pasar del diálogo, pero esa intención no escapa a uno de los alumnos que la aprovecha para provocar un conflicto entre ese profesor y su esposa y le produce a ésta un choque emocional que pudo tener graves consecuencias.*
La película es una exaltación a los maestros que, como dice Henry Adams, influyen en la eternidad y jamás se sabe hasta donde alanzará su influencia; son "como la bujía que se consume para alumbrar a otros” y, sin embargo, tal parece que en todo el mundo están mal retribuidos. El protagonista de esta cinta se queja de que los sueldos de un maestro en aquel plantel son inferiores a los de un obrero; recuerdo que en las zarzuelas y en los sainetes españoles, a los maestros siempre los presentan mal pagados y pobres; aquí ocurre lo mismo y me ha sorprendido lo raquítico de sus sueldos cuando he andado por la provincia. “La instrucción pública debe ser el objetivo principal de un gobierno", decía Napoleón, y sin embargo, los maestros que son el nervio vital de un país porque modelan a los ciudadanos del mañana, viven pobres, mueren pobres y olvidados por aquellos a quienes formaron. Si acaso, después de muchos años de desvelos, prenden en el pecho de algunos una condecoración en recompensa,
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La escuela en donde se plantea la acción está en un barrio de Nueva York que puede ser el que llamaron “la cocina del infierno" en el “West End", famoso por sus pandilleros. Los alumnos son mozalbetes de catorce años en adelante, periodo crítico en la formación de su carácter, producto del barrio, rebeldes, indisciplinados, suficientes, valentones y ya agrupados en pandillas en las que despuntan los que mañana serán carne de presidio. El director es hombre que no cree en la disciplina y el trato enérgico, piensa con Anatole France que “el arte de la enseñanza es sólo el arte de despertar la curiosidad natural de las mentes jóvenes" y se opone a que los maestros traten al alumnado con dureza. Hay que ver la desesperación y la impotencia del joven maestro, protagonista de la película caracterizado por Gleen Ford, para dominar a esa chusma rebelde y desafiante. Me recordó aquel director a José María de los Reyes, fundador de tos escuelas preparatorias nocturnas, y quien implantó esa norma de bondad en una escuela correccional con resultados brillantes; no sé qué tropiezos haya tenido al principio, yo comprobé los resultados cuando su política había dado fruto y tengo presente la desesperación de un muchacho que había sido arrancado del ambienta mefítico de su barriada, y no quería volver a él cuando estaba próximo a cumplir su condena y recobrar la libertad.
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También en la película aquel profesor triunfa después de una temporada larga y desesperante, venciendo las provocaciones y dominando sus impulsos para castigar a los insolentes, y es esa lucha entro los alumnos y el maestro lo que hace interesante la película, magníficamente actuada y soberbiamente dirigida. Los actores juveniles que figuran en esta cinta en ciertos aspectos superan en actuación a los actores adultos y eso que entre éstos está el veterano Louis Calhern. La obra es intensamente humana y en su trama hay tejidos incidentes sentimentales que ahondan su interés. No se la pierdan cuando la estrenen.