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Licenciado en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Estudios Superiores "Acatlán" (2003-2007). Profesor de la materia de Historia del Mariachi (2014) de la Escuela de Mariachi Ollin Yoliztli en Garibaldi. Maestro en Historiografía por la Facultad de Historia de la Universidad Michoacana San Nicolás de Hidalgo (2017-2019). Inscrito al Doctorado Interinstitucional de Arte y Cultura (DIAC), Campus León. Becario Conacyt (2021-2025)

31 jul 2018

Praxis. Cárdenas


Praxis.

Cárdenas. Por JAIME CASTREJÓN DIEZ

El Universal, Lunes 7 de julio de 1980. (Primera plana)
Podemos considerar la elección de Lázaro Cárdenas como el inicio de la época moderna de la política mexicana. Después de la revolución de 17 vino el caudillismo y la lucha por el poder de las distintas facciones revolucionarias, fue la época de los generales y de los golpes de Estado, levantamientos en armas y desorganización política. Vino después un período de solidificación que trató de institucionalizar el movimiento revolucionario y crear un instrumento para que el poder público se mantuviera en manos de los revolucionarios, este fue el Partido Nacional Revolucionario que resultó ser un mecanismo electoral que garantizaba esa condición. Con el poder asegurado, el mismo inventor del Partido, Plutarco Elías Calles, no resistió la tentación de ser el factótum de la política nacional, el jefe máximo de la revolución. Por un periodo que abarcó tres presidentes, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez, el llamado Maximato gobernó el país sin grandes avances en lo político ni en lo social. Es más, el sistema se estaba agotando y se veía que los gobiernos revolucionarios decaían. Calles intentó renovar el partido y el gobierno con un nuevo instrumento político: el plan sexenal 1934-40. El partido fue convocado y en el proceso de elaboración del plan salieron a relucir los problemas, aun cuando el plan se había concebido para canalizar inquietudes y sobre todo para, ya detectados, abandonar inconformidades y convertirse en su paladín contra lo establecido, aun cuando paradójicamente lo establecido y el paladín eran el mismo sistema.  (CONTINUA EN LA PAGINA SIETE)
Praxis. —Cárdenas <continua de la primera plana>
Ya en las discusiones del plan sexenal se vio claramente que a pesar de que había menos facciones de caudillos, de todos modos no se había llegado a una opinión o una doctrina única. Durante el plan se vieron dos de estas tendencias, una que aplaudía lo hecho y trataba de mantener el status quo y otra que sentía que la actitud revolucionaria declinaba y era necesario revitalizarla. Ambas tendencias eran antagónicas, pero militando dentro del mismo partido, esto viene a prefigurar lo que después se llegó a llamar el ala izquierda y el ala derecha del partido. Durante ese proceso se les llamaba callistas a los conservadores y agraristas a los que trataban de mantener vivo el espíritu de la revolución y se identificaban con el agrarismo, que había sido su principal motor.
La división ideológica ponía en peligro la estabilidad del partido, había el peligro de que se dividiera en dos. Como un posible conciliador entre los dos grupos sobresalía el general Lázaro Cárdenas del Rio, que a pesar de su juventud había sido gobernador de Michoacán, presidente del PNR, secretario de Gobernación y secretario de Guerra. Se le consideraba un hombre del sistema y conocedor que podría atraer a las dos facciones y establecer una plataforma política que evitaran un sisma en el partido. Esta plataforma estaba ya delineada en el plan sexenal, en el que había cinco puntos clave que se habían negociado entre callistas y agraristas. Estos eran: intervención estatal, reforma agraria, sindicalismo, actividad empresarial y educación nacional. Era claro que Cárdenas se acercaba a la nominación con bastante seguridad; sin embargo, tuvo que jugar con las reglas de Calles, el jefe máximo, y obtener su apoyo personal, rodeado de la discreción necesaria de un secretario de Estado que estaba buscando la presidencia. Calles sabía que la candidatura "caminaba”, pero todavía obligó a Cárdenas a someterse a su voluntad. Para conversar sobre el futuro del país citó al precandidato en Los Mochis, donde lo mantuvo haciendo antesala por largas horas, mientras él conversaba con sus amigos y atendía asuntos triviales. Tal vez ahí mismo se inició la decisión de llegar a gobernar sin Calles y regresarle dignidad a la presidencia. Poco después del plantón, se convertía en candidato.
Cuando era aún secretario de Gobernación, las diferencias de opinión entre los diputados eran muy fuertes, ahí se habían sentido también las dos tendencias y el Congreso se había convertido en un centro de disputas interminables que amenazaban también con destruir el gobierno revolucionario. Cárdenas intervino porque el poder legislativo había entrado en pugna con el ejecutivo, fue él quien logró una unificación, restringiendo al Congreso en sus intentos de “normar" al ejecutivo. Fue aquí donde, probablemente, concibió Cárdenas la idea de un férreo control político en las cámaras, ya fuera a través del partido o a través del ejecutivo. Estas experiencias perfilaban ya las debilidades del sistema y el modelo de control necesario para corregirlo. A partir de su mandato y después con un más detallado control, volvería el poder legislativo a tomar una relación de sujeción al ejecutivo. En la composición de sus cámaras hay, todavía, una gran heterogeneidad, pero los diputados empiezan a aceptar ese estilo. Su paso por la presidencia tuvo muchas repercusiones sociales, en lo político, en la estructura gubernamental también dejó honda huella, de ahí nacen los mecanismos de control político que conocemos.
El plan sexenal tuvo un papel central en la precampaña, la campaña y la estructuración del gobierno. Dos de los cinco puntos centrales del plan, el intervencionismo de estado y el sindicalismo habrían de darle oportunidad de tomar una posición ideológica alejada de Calles, que ya mencionamos se identificaba con la tendencia conservadora del partido. La introducción del concepto de lucha de clases y otros elementos del lenguaje marxista llevó una incógnita a la campaña y a los primeros actos de gobierno. Para muchos la posición ideológica significaba su alejamiento de Calles; sin embargo, acercaba hacia él y posteriormente incorporaba a su gobierno a callistas prominentes como Juan de Dios Bojórquez, Tomás Garrido Canabal y el mismo Rodolfo Elías Calles (hijo del jefe máximo). Del ala izquierda o agrarista del partido colocó a dos hombres de su entera confianza, el general Francisco J, Múgica y Narciso Bassols. Durante la campaña tomó también el punto de la reforma agrarista con gran vigor, utilizando la bandera de los agraristas que se interpretaba como un acto para asumir el papel de conciliador entre las dos tendencias, pero después, durante su mandato, este fue uno de los ejes de su política. Los otros dos puntos, actividad empresarial y educación nacional, tomaron un lugar secundario, a los empresarios les molestaba el constante uso del concepto de lucha de clases y la educación era un tema muy cercano a Calles, si tomaba una posición contraria, peligraba su elección, si asumía la posición de Calles, su gobierno se vería muy comprometido.
Esta elección presidencial cierra la época del caudillismo y del Maximato. El Maximato había dominado el caudillismo y llegaba a 1934 en total decadencia, las contradicciones aparecían cada vez más fuertes y era cuestión de tiempo el ver su cancelación. Cárdenas actuó con un claro concepto de la historia y con la intuición de que una etapa se cerraba. Él se encargó de terminarla durante su mandato. El período político moderno se abría con herencias importantes del Maximato, el partido, el plan de gobierno, la fuerza central y la mínima influencia de caudillos locales. Cárdenas introduciría un control más cercano del legislativo, la colocación de personajes importantes de diferentes tendencias dentro del gobierno, el concepto de organización campesina y obrera como fuente fundamental de apoyo al gobierno y como parte estructural del partido. Su gobierno habría de confirmar las tendencias y la práctica de la política en México empezaba a tomar su forma actual.

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